Ryanair: El león, la bruja y su puta madre

Como de costumbre, la aventura ha empezado sin avisar, esta vez gracias a Ryanair. Dos de los tres vuelos hasta llegar a Israel eran con ellos. En el primero, Madrid-Bruselas, viajamos al lado de un tipo que controlaba de aviones. Resultó ser un azafato de Ryanair al que hemos decidido llamar Marcelo. Parece ser que Marcelo está contento con sus compañeros de trabajo pero que desde las altas esferas le maltratan bastante, ¡y encima no le hacen descuentos para viajar! Creemos que Marcelo fue una señal del cielo (qué gracia) para avisarnos de que algo iba a pasar.

El segundo vuelo se supone que nos llevaría a Budapest. Durante el trayecto oímos unas psicofonías procedentes de los altavoces y pudimos diferenciar la palabra Bratislava. El avión estaba dando vueltas sobre sí mismo y se respiraba la confusión. Las condiciones meteorológicas impedían aterrizar en Budapest. Los azafatos de Ryanair hicieron un llamamiento a la tranquilidad y lo definieron como “a normal procedure”, el pan de cada día. Nos aseguraron que en 15 o 20 minutos se solucionaría todo y nos proporcionarían autobuses a directos al aeropuerto de Budapest. Entonces nos soltaron en el aeropuerto de Bratislava y desaparecieron. Bomba de humo.

Ironías de la vida, el avión de la catástrofe iba patrocinado por la comunidad española que mejor se lleva con los aeropuertos, la Comunidad Valenciana. Genios del humor negro estos del ‘low cost’.

Isi fardando de comunidad

Isi fardando de comunidad

Ya en tierra, locura, confusión, incertidumbre y ansia viva. La gente salió disparada, machete en boca, dispuesta a avasallar al primer autobús que pasara, fuera un urbano o una carreta tirada por burros. En medio de la batalla, las mujeres y los niños no fueron los primeros, sino los abuelos, que sintieron renacer el espíritu de la postguerra para colocarse en primera posición y que nadie les robara el sitio en el inexistente bus de Ryanair. En realidad todo el mundo corrió, pero así mola más.

Nosotros disfrutamos del espectáculo desde la barrera mientras buscamos papel para liar un cigarrillo. Cuando pensamos que está todo perdido porque nadie fumaba de liar, aparecen salidos de la bruma unos tipos de Bélgica bastante enrollados con un librillo. Entre calada y calada florece el buen rollo entre autoestopistas, contrastando con el silencio de la aerolínea, aunque nosotros vamos a seguir viajando con ella. Es como una novia que te da disgustos, pero al fin y al cabo es tu novia y tienes que quererla.

Después de una hora de espera, empezó la desesperación. Algunos cogieron taxis hasta Budapest y los que quedamos teníamos hambre y sed, lo que provocó el asalto a los dos únicos sitios donde había comida sin vigilancia. Una mujer del avión, a la que habíamos apodado “la mojigata polaca”, abrió la veda del crimen robando el primer dulce. Pronto se formó una educada fila de gente, incluídas dos monjas, esperando a rellenar su vaso robado y más tarde se convirtió en lo inevitable: asalto a todo lo comestible.

Después de cuatro horas tirados en el aeropuerto, decidimos junto con los belgas hacer autostop en cuanto aparezca la primera luz del día. Mientras tanto, a sobar detrás de la tienda desvalijada. Todos menos Isi, que se hace amigo de un croata de afilados ojos azules que no habla mucho pero paga todo; café, bocadillo y también le propone un whisky, que Isi rechaza por ser las siete de la mañana (eso dice).

Afuera todo está cubierto por la niebla y hace un frío del carajo, así que las ganas de viajar a dedo van disminuyendo como la reputación de Ryanair, quienes se limpiaron las manos y culparon al aeropuerto de la situación.

Las dos docenas de supervivientes conseguimos un superdesayuno compuesto por un sándwich de la Edad de Piedra y una barrita energética a modo de premio por nuestra paciencia. Y a las nueve y media de la mañana llegó un bus que nos llevaría a Budapest gratis, aunque si no llega a serlo montamos la III Intifada.

 

Posdata: hemos llegado a la aldea de Jerusalén sanos y salvos, sabréis pronto de nosotros.

Vicen haciendo ruido

Vicen haciendo ruido

7 comentarios el “Ryanair: El león, la bruja y su puta madre

  1. Barbut dice:

    A pesar de (o gracias a) Ryanair vuestro viaje comienza emocionante! Muchos ánimos y a por todas.

  2. Daniel Muñoz Guerrero dice:

    Ánimo compañeros, os sigo de cerca.

  3. Anónimo dice:

    Vaya unas aventuras ,para empezar ya ,las que os quedan por vivir ,cuanto me alegro de que llegaseis bien ,cuidaros mucho y mantenernos informados ,besos

  4. Mar de la Fuente dice:

    Hay que ir escribiendo historias desde el primer día ¡¡Esa es la actitud!!

    Un abrazo pareja! =)

  5. Sherkyo dice:

    Thumbs up and carry on

  6. Cristina dice:

    Un inicio para no olvidar…

  7. Diego de la Fuente dice:

    Vuestra aventura ha comenzado de una forma curiosa e interesante. Ahora a disfrutar de lo que vais a hacer allí. Un abrazo fuerte!

Deja un comentario